La asociación Calor en la Noche, en Cádiz, celebra el segundo aniversario del servicio de desayunos a través del que ha atendido a 952 personas.
Ocho de la mañana de cualquier día de estos dos últimos años, la cafetera ya suena, huele a pan tostado, mientras varias personas colocan lo necesario para desayunar en las mesas. Preside el comedor una fotografía enorme de san Juan Bautista de La Salle y, cuando el bullicio comienza en la ciudad de Cádiz, la puerta de la sede de Calor en la Noche se abre para volver a dar la mano a la persona a la que se la estrechó la noche anterior. Una, cinco, diez, treinta… hasta noventa y más personas cruzan su umbral cada día. Personas olvidadas, hombres y mujeres a los que la vida y la sociedad le han dado la espalda y que encuentran cada día en una comunidad cristiana de personas comprometidas una sonrisa con la que comenzar el día, una palabra de ánimo con la que combatir la soledad, o cualquier atención necesaria que dé algo de esperanza a otro día que comienza y que desconoce cómo y dónde acabará.
Son ya 16 años los que un grupo de soñadores con un mundo más justo lleva recorriendo las calles de Cádiz para acompañar a aquellas personas que duermen sobre un banco, o viven bajo algún espacio de plazas o edificios, en definitiva, para estar con los que no se ven, con los invisibles; para compartir con aquellos a los que la mayoría vuelve la vista; para ofrecerse a los que lo han perdido todo.
Existen pocos lugares donde poder comprobar de primera mano cómo confluye la misión lasaliana y el sentido del anuncio del evangelio en las periferias existenciales tal y como se nos recuerda tanto últimamente; y éste es uno de ellos.
Por ello, ¡enhorabuena y ánimo!
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