El Adviento es tempo de espera, de preparar el corazón a la esperanza y la alegría. Cuatro
semanas de oración y de luz que nos despierta, que nos mueve y que nos recuerda que la estrella
que nos guía está en camino. Cada vela que encendemos en este tiempo nos invita a mantener
viva la esperanza, a creer que otro mundo es posible. El adviento no es solo una tradición bonita
ni un simple preludio de la Navidad; es una llamada a preparar el corazón… y también os
recuerda que la esperanza no es cruzarse de brazos, sino construir cada día aquello que soñamos.
Precisamente eso es lo que intentamos desde PROYDE, a través de nuestro compromiso con la
solidaridad, justicia y desarrollo. Y ahí donde el Adviento nos recuerda que nuestra esperanza no
puede ser pasiva ni conformista. Si esperamos el Reino de Dios, no podemos hacerlo sentados,
ni mirando hacia otro lado. Si miramos hacia el otro lado, que sea para mirar más allá y ver a
nuestras hermanas y hermanos que viven en condiciones de vulnerabilidad. La espera que
propone el Adviento es activa: construye, se arremanga, se hace gesto y proyecto.
Por eso, quizá la pregunta que podemos hacernos en este tiempo es: ¿a qué estamos esperando
para cambiar las cosas? Hay demasiadas personas que llevan demasiado tiempo esperando
justicia y paz. Hay comunidades que esperan agua, educación, salud, igualdad, oportunidades.
Hay quien espera que el mundo mire hacia él o ella con un mínimo de dignidad. Y mientras tanto,
la espera se hace larga y, a veces, desespera. El Adviento nos invita a no acostumbrarnos a esa
espera injusta y convertirla, en esperanza, que por definición es un “estado de ánimo optimista
en el que se presenta como alcanzable algo que se desea”.
PROYDE nos ofrece una forma concreta de vivir este Adviento: transformar la esperanza en
confianza, ilusión y optimismo hacia el futuro. Para ello son necesarios cada proyecto de
cooperación, cada actividad de sensibilización, cada gesto a favor del comercio justo… Es una
manera real de anticipar ese mundo nuevo que esperamos. Somos parte de una cadena de
personas que creen, como decía San Juan Bautista, que hay que “allanarle el camino al Señor”,
y para nosotros ese camino se allana trabajando por la desigualdad, apostando por la educación
y creyendo en la dignidad de todas las personas.
Que este Adviento no sea simplemente un tiempo que pasa, sino un tiempo en el que nos pase
algo. Un tiempo para hacer una pausa transformadora que nos invite a llevar más luz a las
personas que lo necesiten. Que no esperemos a que cambie el mundo para actuar, sino que
actuemos precisamente porque creemos que el cambio es posible. Que la esperanza que
proclamamos se convierta en compromiso, y que nuestro “Ven, Señor Jesús” se parezca, cada
día más, a un “Aquí estoy, cuenta conmigo”.
Leticia García.
